Este es el discurso de Samuel a la hora de establecer a Saúl como el Rey de Israel. Podríamos decir que es como un cambio de mando. Samuel ya no será más el líder de Israel. Pero el les promete que no dejaría de orar por ellos y de enseñarles el camino correcto, la Torah, las instrucciones del Señor. Es decir, ahora Samuel los seguiría sirviendo como Sacerdote y Profeta, pero su Rey ahora sería Saúl. El encargo que les hace Samuel es que permanezcan fieles al Señor, y que le sirvan de todo corazón. Les encarga que no se entreguen a la adoración de ídolos inútiles. Y para demostrarles que ellos servían al único Dios verdadero, Samuel oró, y Dios le contestó con lluvia y truenos...¡en pleno verano! El pueblo quedó espantado. Y se dieron cuenta de que habían cometido un gran pecado al pedir un Rey, ya que siempre su Rey había sido el Señor.
El Señor es el Rey del universo. Pero para que sea el Rey de tu vida, tú tienes que darle ese lugar en tu corazón y en tu vida. Decide servir únicamente a Dios, y apártate de todos los ídolos inútiles. Que el Señor te bendiga.