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Una vez que Dios rechaza a Saúl como rey de Israel, le pide a Samuel que vaya a Belén, ya que ahí tendría que ungir al futuro nuevo rey. Dios rechazó a Saúl, porque Saúl se había vuelto soberbio, mentiroso y desobediente. Saúl no cumplió con la explícita orden de Dios, y Dios entonces lo desechó. Dios buscaría a un hombre conforme a su corazón. Cuando Samuel llegó a Belén, se le dijo que ungiría a uno de los hijos de Isaí. Y cuando Isaí llegó con 7 de sus hijos, Samuel pensó que Eliab, el mayor era el escogido. Al igual que Saúl, Eliab al parecer era de gran estatura. Tenía porte de rey. Pero no tenía el corazón que Dios estaba buscando. Ninguno de los presentes tenía el corazón que Dios estaba buscando. Samuel estaba confundido. ¿A quién debo ungir? ¿No te queda algún otro hijo? Isaí respondió que quedaba el menor, que estaba en el campo con las ovejas. Lo mandaron a buscar, y cuando llegó, Dios le dijo que éste era a quién debía ungir. David era pequeño, pero muy hermoso y valiente. Samuel lo ungió, y Dios envió su Espíritu sobre él. A la vez, Dios apartó su Espíritu de Saúl, y éste empezó a ser atormentado por un espíritu malo. ¿A quiénes elige Dios para que le sirvan? A los humildes. Dios no elige a los que confían en su propia fuerza e inteligencia. Dios elige a los que desconfían de sí mismos, y ponen toda su confianza en el Señor. Dios ungió a David siendo muy joven. Pasarían muchos años hasta que finalmente llegara a ser rey. Y aunque sería un camino largo, sería una preparación para que llegara a ser el más grande rey de Israel. Si quieres que Dios te use, pon toda tu confianza en el Señor. Se paciente, y espera en el Señor. Que el Señor te bendiga.