Literalmente. El texto de hoy nos muestra a un David desesperado. Primeramente fue Nob, lugar donde se encontraba el Tabernáculo de Dios. Allí se encontró con el jefe de los sacerdotes, Ajimelec, a quien David le pidió pan y una espada o lanza. Ajimelec se asustó de verlo solo, y David le mintió diciendo que estaba llevando a cabo una misión secreta de parte del rey. El único pan disponible, era el pan sagrado de la proposición. Ese pan estaba siempre en la presencia de Dios, y se cambiaba cada sábado por pan fresco. Solo lo podían comer los sacerdotes. Pero Ajimelec se lo dio a David, con la condición de que no estuviese ceremonialmente impuro. Ajimelec también le dio la espada de Goliat, la cual, al parecer, había sido guardada en ese lugar como un trofeo de guerra. El problema es que Doeg, pastor de las ovejas de Saúl, que a la vez era un extranjero, fue testigo de todo el intercambio. Luego de salir de Nob, David se dirigió a Gat, ciudad de los filisteos. Era muy común en los tiempos antiguos, que los reyes contrataron soldados extranjeros como mercenarios. David pensó prestar sus servicios al rey de Gat, esperando que nadie lo reconociera. Pero los soldados lo reconocieron, y hasta conocían la canción que se cantaba acerca de él en Israel: "Saúl mató a sus miles, David a sus diez miles". Cuando David escuchó esto, se empezó a hacer el loco. Se puso a arañar las puertas, y dejaba que le escurriera la saliva por su barba.
David mintió, mintió, y se hizo el loco. ¿Y dónde estaba su fe? ¿Acaso se había olvidado de cómo Dios le dio la victoria sobre Goliat? ¿Acaso se había olvidado de que había sido ungido para ser el siguiente rey de Israel? Todos los grandes hombres de Dios fallaron antes de aprender a verdaderamente confiar en Dios. Después de este incidente, David reflexionó, y escribió el Salmo 34. Te invito a leerlo. Ahí David dice: "Busqué al Señor, y Él me oyó y me libró de todos mis temores...Éste pobre clamó, y lo oyó el Señor y lo libró de todas sus angustias". No importa que angustia o que gran enemigo estés enfrentando. Dios te puede librar. Clama a Él. Confía en Él. Que el Señor te bendiga.