Listen

Description

Saúl, en su paranoia, volvió a perseguir a David, esta vez, en el desierto, en el sur de Israel. Y esta vez, David, en vez de seguir huyendo, decidió ir a su encuentro, de noche, y encontró que todos en el campamento de Saúl estaban durmiendo. Abisai, sobrino de David, lo acompañó en esta loca aventura. Y cuando llegaron hasta Saúl, y vieron a todos durmiendo, Abisai se ofreció para matar a Saúl de un solo golpe. Pero David se lo impidió. David no había venido a matar al rey. Él solo quería demostrarle que no era su intención matarlo, y que él cometía un error al perseguir a una pulga en el desierto. David tomó la lanza de Saúl, símbolo de su poder; pero luego se la devolvió. David no iba a tomar el reino por la fuerza. Él iba a esperar pacientemente a que Dios le entregara lo que ya le había prometido. Dios estaba preparando a David para que fuera un gran rey. Y vemos que David, otra vez, demostró la grandeza de su carácter. Debemos notar las palabras de David. Estaban llegando rumores a sus oídos. Gente que lo acusaba de adorar dioses paganos. Y amenazas de que moriría en tierra extranjera. El gran anhelo de David era de volver a su hogar. Y de volver a estar en el Templo, en la presencia de Dios. La gran lección que nos deja David, es que no debemos tomar la venganza en nuestras manos. Debemos pagar bien, a quienes desean hacernos el mal; y dejar que Dios se encargue de hacer justicia. Que el Señor te bendiga.