La meta de un cristiano es muy alta. Hemos sido llamados a salir de las tinieblas. Hemos sido llamados a caminar en la luz de Jesús. Cristo Jesús es quien perdona todos nuestros pecados. Pero la fe debe crecer. Y se debe reflejar en nuestra forma de vivir. Pablo era consciente de que los tesalonicenses, a pesar de su fe y su gran amor que tenían los unos para con los otros, todavía les faltaba madurez y crecimiento. Todavía tenían que corregir algunos errores. De eso va a hablar el capítulo de mañana. Pero Pablo les presenta la meta: la santidad. Los creyentes tienen que llegar a ser irreprensibles. Intachables. Cristo dijo: "¿Quién de ustedes me puede reprochar algún pecado?" - y todos guardaron silencio. Nadie pudo decir nada de Jesús. Pero si nosotros hiciéramos esa pregunta, quizás más de alguna persona podría levantar la mano y decir algo acerca de nosotros. Es posible que a nosotros también todavía nos falte crecer en algún área de nuestra vida. No olvides tu meta. Pídele a Dios que te ayude a vencer en todas las áreas de tu vida. Pídele al Señor que te siga guiando más y más en el camino de la santidad y la madurez. Que cuando Cristo venga con todos sus ángeles, tú puedas ser una persona santa e irreprochable. Que el Señor te bendiga.