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En dos oportunidades Pablo presenta en este capítulo la diferencia fundamental que existe entre un creyente y un no creyente. Primero, el creyente ha sido llamado a vivir en santidad. Y el aspecto que Pablo más destaca de la santidad aquí es la pureza sexual. Pablo dice que un creyente, que cree en Jesús, que tiene en su vida la dirección del Espíritu Santo, que se está preparando para vivir en el cielo, no puede dejarse llevar por sus malas pasiones. El sexo no es malo. No es pecado. Pero tiene que experimentarse dentro de la santidad del matrimonio. Tenemos que tener mucho cuidado de no dejarnos guiar por las normas de este mundo. Este mundo enseña que tienes que ser feliz. Que tienes que darle a tu cuerpo lo que este te pide. Pero nuestro cuerpo está contaminado por el pecado. Tenemos que aprender los principios bíblicos, y buscar sabiduría de lo alto para vivir una vida sexual que Dios realmente aprueba, con respeto, dominio propio y santidad. 
El segundo tema que Pablo presenta es el tema de la muerte. ¿Qué es lo que pasa al morir? La biblia describe la muerte como un sueño. Todos los que mueren están "durmiendo". Están descansando. No son conscientes de nada. Tampoco están "ya" en el cielo. Nuestra verdadera esperanza es la resurrección, y ésta ocurrirá cuando Cristo venga en las nubes de los cielos. Cuando Cristo Jesús venga, con todos sus ángeles, con la gloria de su Padre, entonces Él hará sonar la trompeta final. Entonces Él nos llamará con voz de mando, con voz de arcángel. Jesús dará la orden, y las tumbas se abrirán. Y entonces todos los que murieron creyendo en Él, se levantarán. Si creemos que Jesús murió y resucitó, tenemos que creer que los que murieron creyendo en Jesús también vencerán la muerte. Esa es nuestra esperanza. Nos volveremos a ver. Y cuando Cristo venga, nos reuniremos, e iremos a vivir con el Señor en los cielos. Podemos llorar. Las separaciones duelen. Pero debemos llorar con esperanza. Los que no creen, no tienen esperanza. Para ellos no habrá un reencuentro. Pero para los que creemos en Jesús, sí habrá un reencuentro. No pierdas tu esperanza. No pierdas tu fe. Vivamos en santidad y con esperanza. Que el Señor te bendiga.