La iglesia siempre ha estado rodeada de muchos enemigos. Satanás siempre ha querido destruir la iglesia; y lo hace porque sabe que ella es quien custodia la verdad de la Palabra de Dios. La iglesia es la agencia de Dios encargada de predicar el evangelio, y arrebatar a las personas del reino de las tinieblas. Satanás por lo tanto le ha hecho la guerra a la iglesia desde sus mismos comienzos. Por eso Pablo aquí va a definir bien claramente cómo debían ser los líderes de la iglesia. Tanto Pablo como Timoteo tenían que designar líderes en las iglesias que se estaban formando. Esos líderes son llamados obispos, o ancianos, y ellos tenían la tarea de cuidar del rebaño, que es la iglesia. Debían ser hombres de un buen testimonio. Hombres de una sola mujer. Hombres no dados al vino, ni a las ganancias deshonestas. Hombres respetables, sobrios, amables, hospedadores, y que supieran enseñar. Deben ser hombres que sean fieles a la Palabra de Dios, y que por su conducta, no pudieran ser criticados por nadie. Debían ser irreprensibles. Sin duda que lo que Pablo expone es una meta bastante alta. Pero eso es lo que la iglesia necesita. Hombres fieles y entregados a la causa de Dios. La iglesia es la columna y sostén de la verdad. Es la familia de Dios. Y requiere de hombres que cuiden bien de que nadie corrompa la fe, y maltrate a los hijos de Dios. Que el Señor ponga en tu corazón el servirle de todo corazón y a que todos sepamos cómo comportarnos en la casa de Dios. Que el Señor te bendiga.