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Dentro de la sociedad del primer siglo, las personas más vulnerables y necesitadas dentro de la sociedad eran las viudas. Pablo le encarga a Timoteo que sea muy cuidadoso al momento de gestionar esta ayuda; es decir, la ayuda se debía entregar a aquellas viudas que estaban completamente solas, y por lo tanto estaban verdaderamente desvalidas. El deber de ayudarlas primeramente recaía sobre la familia. Y Pablo es muy enfático en esto: la familia que no cuide de los suyos, ha negado la fe. Es decir, ayudar financieramente a un familiar en problemas, es un deber cristiano. Si las viudas tenían familia, a ellos les correspondía cuidar de ella. No se debía recargar a la iglesia innecesariamente. Las viudas, además, debían tener un buen testimonio, de abnegación y servicio. Debían estar comprometidas con Cristo. Pero a las viudas jóvenes, Pablo les recomienda que se vuelvan a casar. Debían hacer lo posible por formar una familia, y criar a los hijos en la fe. Que la iglesia se preocupara por las viudas, es un testimonio del carácter social y humanitario del cristianismo. Incluso antes que el Estado se comenzara a ocupar de ellas, la iglesia ya lo hacía. Que el Señor nos ayude a tener ese espíritu de amor y de ayuda al prójimo. Que el Señor te bendiga.