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Es el amor al dinero. No es que el dinero sea malo. Hay muchos personajes bíblicos que fueron muy ricos, pero no por eso eran malos. El problema es el amor al dinero. Pablo mismo le habla en este capítulo a los ricos. Les dice en el versículo 17 "No sean arrogantes, ni pongan sus esperanzas en las riquezas. El problema del amor al dinero, es que lleva a muchos por un mal camino. No confían en Dios. Confían en las riquezas. Se vuelven codiciosos. Y muchos también se vuelven altaneros y orgullosos. Pablo nos invita a contentarnos con lo que tenemos. No es malo tener metas. No es malo soñar con progresar en la vida. Pablo le recomienda a los esclavos el procurar ser libres. La libertad se podía comprar en los tiempos del Imperio Romano. Es decir, un esclavo podía ahorrar, y comprar su libertad. Pero no siempre era posible. Podemos tener metas. El problema es cuando el brillo del oro se vuelve tu religión y tú más preciado tesoro. Nuestro verdadero tesoro es el Evangelio. Mi perla de gran precio es Cristo Jesús. Debemos aprender a poner toda nuestra confianza en Dios. Si es su voluntad, Él me va a dar más. Pero si el dinero se vuelve mi dios, entonces mejor es no seguir ese camino. Que el Señor nos de sabiduría para no errar el camino. Que el Señor te bendiga.