El argumento de Pablo, es que todos nosotros tenemos que llegar a ser cartas abiertas, donde todos pueden leer sobre lo que Cristo está haciendo en nuestras vidas. Nuestras vidas tienen que reflejar la presencia de Cristo en nuestro corazón. Y para dejar claro este tema, Pablo hace la comparación con lo que pasó con Moisés, y lo que debería pasar con nosotros. Cuando Moisés subió al Monte Sinaí, a buscar las tablas de la Ley de Dios, al bajar, su rostro resplandecía. Pero La Ley no es para nuestra salvación; más bien eran para condenación. La Ley sólo nos muestra nuestro pecado. No tiene poder para perdonarnos ni para hacernos justos. En cambio, la muerte de Cristo es la que nos habilita para ser perdonados. Es el Espíritu Santo el que va a producir un cambio en nuestras vidas. Y nuestras vidas deben brillar. Deben reflejar la gloria de Dios. Pero esto solo es posible mediante Cristo y mediante el Espíritu Santo. Muchos hoy en día siguen leyendo la Torah. Pero lamentablemente tienen un velo sobre sus ojos, y aún no han podido reconocer a Cristo Jesús como el Mesías. Pero cuando acepten a Jesús, el velo les será quitado, y solo entonces sus vidas se podrán llenar de paz, de gozo, de alegría, y de santidad. Que el Señor nos permita a todos reflejar su gloria al mundo. Que el Señor te bendiga.
