Pablo motiva a la iglesia de Corinto, a participar de la ofrenda para los santos de Jerusalén. Otras iglesias ya estaban haciendo preparativos para enviar una ayuda económica, y Pablo no quiere que los corintios se queden afuera de este especial proyecto. ¿Por qué debemos ser generosos en nuestras ofrendas? Porque somos hermanos. Siempre va a haber alguien que pueda estar pasando por necesidad. Los corintios ahora están bien económicamente; los de Jerusalén estaban pasando por un momento difícil. Pero el día de mañana podría ser al revés. Y los hermanos tienen que ayudar a sus hermanos. Cuando nuestro corazón pertenece a Cristo, también mis recursos financieros le pertenecen. Si mi dinero no es de Dios, tampoco mi corazón le pertenece. Es así de sencillo. Ofrendar para una causa especial, es amar una forma de demostrar que amamos a Dios por sobre todas las cosas, y que amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sigamos el ejemplo de Jesús. El Señor, siendo rico, se hizo pobre, con tal de enriquecernos. Dar a otros nunca nos va a empobrecer. Al contrario. Nos hace personas ricas en fe y en amor. El Señor bendice a los que dan con alegría. Que el Señor te bendiga.
