Trata de imaginar la situación: el rey Ezequías se enferma. No se señala claramente cuál fue su enfermedad, pero luego se menciona una llaga, que quizás pudo ser el principio de una lepra. Lo visita el profeta Isaías. Y en vez de recibir palabras de aliento, el profeta le dijo que iba a morir, y que por lo tanto debía dejar todo en orden. ¡Ciertamente un mensaje devastador! El rey debía hacer su testamento, y dejar claramente establecido quién debía ser su sucesor, porque ciertamente iba a morir. Pero el rey se entristeció tanto, que en su tristeza se volvió a Dios en oración. Y su oración fue escuchada. Dios le envió nuevamente al profeta Isaías, el cuál le aseguró que Dios lo sanaría, y que viviría 15 años más de vida. Y no solo eso, sino que le dio una señal, para demostrarle que así sería: la sombra en el reloj solar retrocedió 10 grados. El rey quedó tranquilo, sin duda alguna que viviría. De paso, el tratamiento para su llaga, ordenado por el profeta, fue poner sobre la llaga una masa de higos. Un tratamiento natural. Posiblemente, el alto contenido de azucar sirvió como antiséptico en la herida.
El gran problema, fue que el rey, con el tiempo "extra" que se le dio de vida, no hizo buenas elecciones. En primer lugar, cuando el rey fue visitado por los embajadores de Babilonia, el rey se dedicó a mostrarles todos sus tesoros. En vez de ser una oportunidad para hablarles de cómo Dios lo había sanado, y había tenido de él misericordia, el rey usó la oportunidad simplemente para jactarse de todas sus riquezas, y de todo su poder. No aprovechó la oportunidad para glorificar a Dios. Como consecuencia, Dios le profetizó que en el futuro, vendría el rey de Babilonia, y se llevaría todos sus tesoros, y también se llevaría a sus hijos como eunucos para que le sirvieran en Babilonia. Y en vez de humillarse, y pedir perdón por su pecado, y buscar misericorida, el rey simplemente dijo: Ok. Por lo menos, cuando eso pase, yo ya habré muerto. Sin duda, una declaración muy egoísta.
Que el Señor nos ayude a siempre, en toda situación, darle a Él la honra y la gloria. Que el Señor te bendiga.