Josías fue el último buen rey que tuvo Judá. La Biblia nos muestra que éste rey murió de forma innecesaria - se enfrentó al Faraón Necao, cuando el Faraón iba de pasó hacia el norte, para enfrentarse al rey de Asiria. El Faraón no quería enfrentarse con él, y finalmente murió en la batalla. De ahí en adelante el Faraón Necao vino y se llevó cautivo a Joacaz, hijo de Josías, el cual murió en Egipto; y puso en su lugar en el trono a otro hijo de Josías, a Eliaquim, a quién Faraón decidió llamar Joacim. Luego tenemos al rey Joaquín, a quién el rey de Babilonia se llevó cautivo a Babilonia, junto con toda la gente más influyente de Jerusalén. Nabucodonosor saqueó Jerusalén por completó, pero no la destruyó. Dejó a Sedequías como rey vasallo, y dejó en el país a la gente más pobre. El pueblo nuevamente había abandonado a Dios, y Dios estaba por abandonarlos. Vemos que ésta siempre fue la tendencia del pueblo de Israel. Y nosotros no somos mejores. Nuestros corazones también tienen tendencia a la rebelión. También tenemos la tendencia de olvidarnos de Dios, y de acordarnos de Él cuando ya no tenemos más solución. Que el Señor nos ayude a aferrarnos de su mano, y a no soltarnos más hasta la segunda venida de Jesús. Que el Señor te bendiga.