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En el capítulo de hoy encontramos otra victoria más para David. Esta guerra no fue provocada por David. Él más bien quería ofrecer sus condolencias a sus vecinos, los amonitas, por la muerte del rey Nahas, un rey que protegió temporalmente a David, cuando éste huía de Saúl. David envió a sus mensajeros para ofrecer sus condolencias; pero el nuevo rey, siendo mal aconsejado por sus príncipes, humilló a los mensajeros de David. Y como entendió que esto sería considerado como una provocación, se preparó contratando mercenarios de Siria. Así fue como David les fue a hacer la guerra. El capítulo de hoy no se centra tanto en la derrota de los amonitas, sino más bien en la derrota de los Sirios. Dios le dio la victoria una vez más a David y a sus ejércitos contra sus enemigos. Fue tal la derrota que sufrieron los sirios, que decidieron no ayudar más, en el futuro, a los amonitas. 
Muchas veces los hijos de Dios no comienzan las guerras. Pero Dios les dará la victoria sobre sus enemigos, siempre y cuando confíen plenamente en Dios. Aquí vemos a Joab, el comandante de Israel, mostrando una faceta de confianza en Dios. Ya vimos que él en realidad era un asesino. Pero podríamos decir que por amor a su pueblo, Dios usó a este hombre para dar la victoria a Israel. Pongamos toda nuestra confianza en el Señor, y busquemos siempre hacer lo correcto. Que el Señor te bendiga.