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Mientras David huye de Jerusalén, lo hace camino al desierto, es decir, a Jericó. Quienes conocen ese camino, saben que tiene ciertas subidas y bajadas. David y sus hombres llegaron al Jordán exhaustos. Ciertamente el camino era desafiante, pero más lo era ir soportando a Siba. Este hombre de la casa de Saúl, se fue maldiciendo a David gran parte del camino. Los hombres de David querían cortarle la cabeza. Pero David no se los permitió. Es probable que David estuviese soportando todo esto como un justo castigo del Señor. Vemos que este golpe de estado, claramente estaba azotando el alma del rey. Estaba completamente humillado, y estaba listo para aceptar la disciplina del Señor. Solo podía esperar en su misericordia. Esperaba que Dios transformara las maldiciones de Siba en bendiciones. 
Por otra parte, cuando Absalón llegó a Jerusalén, le preguntó a Ahitofel que era lo que debía hacer. El consejo fue que se acostara con las concubinas de su padre. Así, todo Israel sabría que era imposible una reconciliación entre los dos. Sin duda que Ahitofel era muy sagaz, inteligente, y sabio. Pero cuando alguien te aconseja a pecar, esa sabiduría es diabólica. Debemos tener mucho cuidado con los consejos que nos alejan de Dios, y nos inducen a hacer el mal. Rodéate de personas que aman y conocen a Dios, que te puedan dar consejos sabios y rectos. Que el Señor te bendiga.