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Cuando el Rey David volvió a Jerusalén, después de la muerte de Absalón, se nos muestra una disputa entre la tribu de Judá, y las tribus de Israel. Al parecer, las tribus de Israel estaban ofendidas, porque no se les permitió ayudar al rey a cruzar el río Jordán. Ambos grupos se hablaron con mucha prepotencia y descortesía. Pero se levantó uno de la tribu de Benjamín, llamado Sabá, que tocó el cuerno de carnero, y llamó a los de Israel a que abandonaran al rey David. Es posible que este personaje haya pensado: "Si el pueblo estuvo dispuesto a seguir a Absalón, quizás estén dispuestos a seguirme a mí". David mandó a aplastar esta rebelión. Joab salió en busca del traidor; pero en el camino se encontró con Amasá. Amasá había sido el comandante de Absalón; y David, procurando la paz, le dijo que lo haría su general, en lugar de Joab. Es posible que Joab haya llegado a escuchar estas palabras, por lo tanto aprovechó ésta oportunidad, y mató a Amasá a sangre fría. Joab era un asesino. David quería unir a la nación, pero Joab con éstos asesinatos no estaba ayudando al rey a cumplir su objetivo. Sabá por su parte se refugió en una ciudad amurallada; y Joab estaba dispuesto a destruir la ciudad, con tal de acabar con Sabá. Pero una mujer de la ciudad lo convenció de no destruir la ciudad, y que ellos le entregarían la cabeza de Sabá. Y así fue. El razonamiento fue, es mejor que muera un hombre, y no toda la ciudad. Debemos aprender de la historia de David. Debemos alejarnos de personas que buscan aferrarse al poder, y que no tienen respeto por el rey, y por la vida humana. Que el Señor te bendiga.