El Rey David, quien compuso la mayoría de los salmos, escribió esta alabanza el día en que el Señor lo libró de todos sus enemigos; especialmente de Saúl. A diferencia de otros enemigos, David, por sus principios, no podía levantarse contra el ungido del Señor. Por lo tanto, en su inocencia, encomendó su causa en las manos del Señor. Sí, David era un gran líder militar. Sí, David se tuvo que esconder en muchas cuevas y fortalezas naturales, como Ein Gedi. Pero David reconoce que fue el Señor quien le dio la victoria. Fue el Señor, quien lo salvó de una muerte segura. ¿Cómo podía David saber esto? Porque él podía ver a Dios respondiendo a su clamor. No eran coincidencias. No era suerte. Era la bendición del Señor. David aquí también nos habla de su inocencia. Claramente todo esto se escribió antes de su pecado con Betsabé. Es decir, mientras habían peligros y grandes desafíos, David se apoyaba 100% en el Señor. Pero cuando llegó la prosperidad y las riquezas, David se soltó de la mano del Señor, y cometió grandes pecados. Lección: No nos soltemos de la mano del Señor. Si estás pasando por alguna gran prueba, confía en el Señor. Clama. Búscalo en oración. Y verás como Él te responderá, y te librará de todos tus temores. Que el Señor te bendiga.