El rey David, en sus últimos días de vida, pronunció éstas palabras. Es interesante notar, que David nos dice que en esa oportunidad, él estaba hablando mediante el Espíritu del Señor. David no era profeta. Pero eso no fue un impedimento para que Dios hablara mediante él. Dios le pide a David y a su descendencia que siempre hagan justicia. Por su parte, Dios promete éxito y seguridad. Dios se encargaría que de David, siglos más tarde, se levantara el Mesías, Cristo Jesús, quien trajo la justicia perdurable, y la salvación. Dios se encargó de cumplir sus promesas a David, y de su linaje se levantó el Redentor del mundo.
La segunda parte del capítulo de hoy, es una mención de los valientes de David. Si David llegó a ser un gran rey, fue gracias a la valentía de sus hombres. Sus hombres le salvaron en muchas batallas. Había en su ejército, hombres realmente excepcionales, que en más de una oportunidad, con la ayuda del Señor, derrotaron a una gran cantidad de enemigos. Que Dios permita que nosotros tengamos ese mismo espíritu. Hoy en día, muchos se alejan de las filas del Señor. Que el Señor nos permita a ti y a mí, permanecer en sus caminos. Sin importar cuán difícil se pueda volver la batalla, que Dios nos ayude a ser valientes, y pelear la batalla espiritual hasta el final. Que el Señor te bendiga.