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Ahora que David había alcanzado la victoria sobre la mayoría de sus enemigos, y su reino estaba establecido, buscó cumplir la promesa que le había hecho a su mejor amigo, Jonatán. Preguntando, se enteró de Mefiboset, el único hijo que había quedado con vida de la casa de Saúl. Mefiboset había quedado lisiado de sus piernas por un accidente ocurrido el día en que Saúl y Jonatán murieron en el campo de batalla. Posiblemente los filisteos invadieron Guibéa, la capital de Saúl, para saquear todas sus pertenencias. Y la criada que cuidaba a Mefiboset, en su huida, accidentalmente dejó caer al pequeño, lastimándole posiblemente la columna, y dejándole parapléjico. Mefiboset no se consideraba digno de sentarse a la mesa del rey. Pero David lo trató como a uno de sus propios hijos. La misericordia de David para con Mefiboset, era el cumplilmiento de la promesa que ambos se habían hecho hace mucho tiempo atrás. David no conocía a Mefiboset. Pero por el amor que sentía por su gran amigo Jonatán, se sintió feliz de poder hacer esta misericordia para con su hijo. Que el Señor nos ayude a que nosotros podamos mostrar misericordia con alguien que hoy lo pueda estar necesitando. Que el Señor te bendiga.