Si hay algo que debemos destacar de Abram, es que siempre, donde quiera que iba, él construía un altar para adorar al Señor. Debemos entender que cada vez que se construía una altar, era para sacrificar sobre él un animal, como un cordero. Cuando Abram regresa de Egipto, a la tierra cercana a Betel, volvió a adorar sobre el altar que anteriormente había construido. Y ahora que se fue a vivir cerca de Hebrón, construyó otro altar. Es decir, literalmente se podía trazar la ruta de Abram siguiendo los altares que había levantado para el Señor. Pero este capítulo nos habla de la separación de Abram y su sobrino Lot. Habían salido juntos de Ur de los caldeos. Llevaban años juntos. Pero Lot también se había enriquecido. También tenía ganados, carpas y gente que trabajaba para él. Y el agua y la tierra se volvió insuficiente para ambos patriarcas. Abram le propone a Lot que se separen, ya que los pastores estaban empezando a pelear por el agua y por la tierra. Lot eligió la llanura del Jordán, porque era muy fértil. Y Abram se fue a vivir a la zona montañosa, cerca de Hebrón. Está fue una decisión muy egoísta de parte de Lot. Pero Abram aceptó. Y Dios prometió bendecir Abram, y le recordó que toda esa tierra pertenecería a sus descendientes. Dios nos puede bendecir aún en las circunstancias más adversas. Elige servir al Señor. Sin importar cuáles sean tus circunstancias. No te dejes llevar por el amor al dinero, o por todo lo que brilla. Fue así como Lot se acercó a su perdición. Se fue a vivir cerca de Sodoma, y eso le trajo consecuencias nefastas. Que el Señor te bendiga.