El apóstol Pablo nos hace un llamado a que vivamos vidas centradas en Cristo. El verdadero cristiano está muerto - a su antigua vida - y su verdadera meta está ahora en la vida celestial. Esa es nuestra meta, nuestro objetivo, nuestro verdadero norte. Y no es fácil. Estamos rodeados de lo terrenal. Estamos rodeados de personas que tienen otras metas y otros objetivos. Y podemos sentirnos tentados a correr como ellos, solamente pensando en lo terrenal. Alguno podría tentarse a enfocarse en acumular y acumular como si esta vida fuera lo única vida. Debemos morir a esta vida, y empezar a vivir para el cielo. Fija tus ojos en Cristo, tan lleno de gracia y amor. Y (entonces) lo terrenal sin valor será, a la luz del glorioso Jesús. Cuando Cristo venga, participaremos de su gloria. Reinaremos con Cristo. No sueñes con reinar en esta tierra. No adoptes los principios y los valores de este mundo. Adopta los principios del Reino de los Cielos. Amor, compasión, perdón, santidad, pureza, amabilidad, respeto, paciencia, veracidad. Que el Señor siga transformando nuestras vidas, para que se parezcan cada vez más a la de Jesús. Que el Señor te bendiga.