Cuando Pablo escribe esta carta a los efesios, él tiene como propósito animar a la iglesia. Todas las iglesias estaban pasando por tribulaciones y persecuciones. ¿Cómo animar a los hermanos en sus luchas? Hablándoles de nuestra esperanza. ¿Cuál es nuestra esperanza? Somos hijos de Dios. Hemos sido adoptados en su familia. Y si somos hijos, somos herederos. Un día viviremos con Dios en las mansiones celestiales. Pero, ¿cómo puedo creer que todo eso sea verdad? Dios nos ha dado una garantía de que cumplirá todas sus promesas. En primer lugar, Dios ya nos envió a Jesucristo, quién derramó su sangre en la cruz, para que seamos comprados y perdonados. Dios nos limpió y nos restauró a través del sacrificio de Jesús. Y nos ha dado el Espíritu Santo, quien nos transforma, nos dirige, y nos capacita para toda buena obra. Lo que el Espíritu Santo está haciendo en nosotros, es la garantía de que Dios muy pronto va a cumplir con sus promesas. Hemos sido sellados. La salvación está a las puertas. No hay duda de que Dios nos va a salvar. Y a pesar de que todavía tengamos que pasar por pruebas y dificultades, tenemos a nuestra disposición el gran e incomprensible poder de Dios. Dios nos va a fortalecer. Dios nos va a dar la victoria. Confía en Dios. Apóyate en Él. Él nunca nos abandonará. Que el Señor te bendiga.
