Sin Dios no hay esperanza. Y sin Cristo, no hay salvación. La salvación es un regalo de Dios. Y esto es cierto para judíos y para gentiles. La salvación no es algo que tú puedas ganar con tu obediencia o con tus buenas obras. Si así fuera, Dios tendría que pagarte. Él estaría en deuda contigo. Tú podrías exigir la salvación, en base a tus méritos. Pero la salvación no es por obras. No! Para que nadie jacte. La salvación solo la puedes recibir por la fe. Tienes que creer en Jesús, y en lo que Él hizo por ti en la cruz. Todos estábamos muertos en nuestros pecados. Todos estábamos alejados de Dios. Todos estábamos bajo el control de Satanás, y obedecíamos a los deseos de nuestra carne. Éramos hijos de la ira. Estábamos destinados a la condenación. Hasta que apareció Cristo, y cargó con nuestra culpa y con nuestra iniquidad. Cristo derribó el muro que separaba a judíos de los gentiles, y de ambos hizo un solo pueblo. En Cristo Jesús somos una sola familia. Ahora somos parte del pueblo de Dios. Jesús nos sacó del mundo, nos sacó de las tinieblas, y nos ha hecho parte de su familia. Jesús nos está santificando, y nos ha creado para que hagamos su voluntad. Ahora que conocemos a Dios, tenemos que caminar en sus pasos. No podemos volver atrás. No podemos volver al mundo. Debemos perseverar en la fe. Debemos perseverar en las buenas obras que Dios ha dejado para nosotros. Que el Señor nos ayude a seguir comprendiendo y aplicando el plan de salvación. Que el Señor te bendiga.