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El apóstol Pablo reconoce lo importante que es la unidad dentro de la iglesia. Y hay muchos factores que pueden dificultar este objetivo. La meta es alta. Pero así como Jesús, el Padre, y el Espíritu Santo están unidos, la iglesia también debe estar unida. Los dones espirituales fueron dados por el Señor para promover el crecimiento espiritual de todos los creyentes. Pablo destaca la importancia de la madurez cristiana. No podemos ser cómo los niños, a quiénes fácilmente se los puede engañar. Tenemos que crecer en el conocimiento, en la fe, en nuestra esperanza. Los dones no son para que alguno se crea el más importante, o alguien a quién todos deban servir. Todos estamos para servir, y todos estamos para ayudar al crecimiento de los demás. Pablo nos invita a la humildad, a la paciencia, y al amor. Si tienes un don, úsalo. Pero nunca olvides que ese don te lo dio el Señor. Úsalo en su causa. Dejemos atrás nuestra antigua manera de vivir. Dejemos la mentira, el hurto, la ira, los gritos, las calumnias, la amargura, y todo aquello que pueda afectar la unidad de la iglesia. Andemos como es digno del llamamiento que hemos recibido. La iglesia debe ser santa, porque el Señor es santo. Pongamos mucho cuidado a nuestras palabras. No demos lugar al diablo. Que todo lo que hagamos sea para bendecir a otros, y no para destruirlos. Que el Señor te bendiga.