En el capítulo de hoy vamos a leer acerca de la reacción de Mardoqueo, y de todo el pueblo judío ante el edicto de muerte. Obviamente todos estaban muy angustiados y todos se humillaron delante de Dios. Nuevamente, recuerda que en este libro, el autor decide deliberadamente no mencionar a Dios: pero se sobreentiende que si se vestían de cilicio y si rasgaban sus vestiduras, era para que Dios viera su aflicción. Entonces Mardoqueo le manda a decir a Ester que se presente delante del rey, y le pida que anule el edicto. Pero Ester le responde que eso no es posible, porque para presentarse delante del rey, ella tenía que ser llamada. Y ya llevaba más de 1 mes sin ser llamada. Cualquier persona que se presentara sin ser llamada, podía morir. Mardoqueo le manda a decir a Ester que ella tenía que entender que quizás esta era la razón por la cual ella había llegado al trono; para salvar a su pueblo. Y que sí no hacía nada, toda su familia moriría, pero que de alguna forma llegaría liberación para los judíos. Nuevamente, no menciona el nombre de Dios, pero el Único que podía salvarlos era Dios. Y para eso Dios había puesto a Ester en el trono. Dios no pone a las personas en posiciones de privilegio para que se sirvan a sí mismas, sino para que sirvan a los más vulnerables y los más desvalidos. Si no hacemos lo que está a nuestro alcance para salvar a otros, seremos considerados culpables delante de Dios. Ester decidió presentarse delante del rey, aún cuando le significara la muerte. Pero antes pidío que todos los judíos ayunaran por ella durante 3 días y 3 noches. En la angustia, la mejor respuesta es buscar a Dios de todo corazón. Eso es el ayuno. Es decirle a Dios: dependo de ti. Tú eres mi sustento. Ya lo sabes. Si algún día te ves en una situación desesperada, busca a Dios con todas tus fuerzas. Ayuna, humíllate, y confía en Él. Que el Señor te bendiga.