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El éxito, la fama, y la riqueza se pueden esfumar en el día menos pensado. El éxito nos puede llevar al orgullo y a la soberbia. Podemos llegar a pensar que todo lo que tenemos, es única y exclusivamente gracias a nuestro esfuerzo y dedicación. Y aunque esto es necesario y bueno, no podemos dejar a Dios fuera del cuadro. Dios es el dador de todo lo bueno. Es gracias a Él que tenemos salud, fuerza e ingenio para lograr cualquier cosa. Al parecer Tiro se olvidó de Dios, y se jactó en su soberbia, hasta que Dios los castigó. Seamos humildes. Reconozcamos a Dios en todo lo que hagamos. Sin Él, no somos nada. Que el Señor te bendiga.