Así como Dios derribó a la poderosa Asiria, ahora derribaría al poderoso Egipto. Es interesante que Dios usa árboles majestuosos para describir a estas naciones. Crecieron altas y hermosas, y se volvieron refugio para muchas naciones. ¿Por qué Dios las desecha? Porque crecen tanto, que olvidan de donde provienen sus bendiciones. Lo mismo pasó con Lucifer. Lo mismo pasó con el rey Saúl. Dios los eligió. Dios los bendijo. Pero luego Dios los desechó. ¿Por qué? Porque se volvieron orgullosos. Se olvidaron de Dios. Creyeron que su grandeza era inherente. A los que se enaltezcan, Dios los derriba. Pero los que se humillan, Dios los levanta. Es tu decisión. El Señor Jesús se humilló hasta lo sumo. Se hizo hombre y se obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le dio un nombre sobre todo nombre, para que toda rodilla se doble ante su presencia. Humillémonos en la presencia del Señor. Que el Señor te bendiga.
