Nuestro Dios es un Dios de orden. El capítulo de hoy nos presenta un terreno que debía designarse para el templo, para las habitaciones de los sacerdotes, y para el príncipe de Israel. Dios le designó al príncipe un terreno muy cercano al templo. Dios quería que los futuros príncipes de Israel fueran justos y honestos. No debían embarcarse en la tarea de acumular terrenos para sí mismos. Dios les asignó una cuantiosa ofrenda que debían recibir de todo el pueblo de Israel. Pero a la vez, sería ellos quienes debían hacer la provisión para todas las ofrendas requeridas para todos los sacrificios anuales. A Dios le gusta la justicia, la equidad, y el orden. Aprendamos esto acerca de Dios, y vivamos vidas ordenadas, que honren y glorifiquen el nombre de Dios. Que el Señor te bendiga.