Dios dejó instrucciones bien detalladas de cómo debía ser el culto en su Templo. Se especifican las ofrendas que se debían presentar. Se especifica que la adoración más especial era el sábado, y los días de luna nueva. Pero hay algo muy interesante que se menciona acerca del príncipe y acerca del pueblo. ¿Por qué el príncipe debía estar siempre en medio de su pueblo? ¿Por que el pueblo debía entrar por una puerta, y salir por la que estaba al frente? ¿Por qué no podían entrar y salir por la misma puerta? La adoración siempre está centrada en Dios. Él es quien tiene que tener el primer lugar y los más caros afectos de nuestro corazón. Pero la adoración también nos tiene que acercar como hermanos. Si vienes a adorar a Dios, también tienes que relacionarte con tus hermanos. No puedes entrar y salir sin compartir con el resto de tus hermanos. Y el príncipe debe estar siempre presente, primero, para dar el ejemplo. Y segundo, para que también reciba el cariño y la honra de su pueblo. Que el culto a nuestro Dios produzca más fervor entre nosotros y más unidad. Que el Señor nos bendiga.
