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En la vida cristiana van a llegar días en que quizás te sientas con ganas de rendirte. Con ganas de no seguir adelante. Con ganas de tirar la toalla. Hasta puedes pelearte con algún hermano o hermana, como vemos que pasó con Evodia y Síntique. Puede que sientas que el sol no brilla, o que son demasiadas las tormentas. Por eso Pablo nos exhorta a lo siguiente: 

1) Permanezcan firmes en el Señor. No te rindas. Soporta un poquito más. Cristo viene pronto.
2) Sean siempre amables. Esa debe ser la principal característica de un cristiano. Que todos vean en ti a una persona cordial, respetuosa, y servicial. 
3) Se alegre siempre. ¿Pero cómo, si hay tantos problemas? Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Concéntrate en las bendiciones. Concéntrate en el amor del Señor. Entre más agradecido seas, más te vas a llenar de gozo y de alegría. 
4) Cuida tus pensamientos. Cuida tu corazón. No dejes que tu corazón se llene de odio, amargura, quejas, o de pensamientos de venganza, o pensamientos impuros, obscenos, y sucios. Esta es una batalla diaria. Debemos pedirle al Señor que nos ayude a cambiar el chip. Por nuestra mente solo deben pasar pensamientos que nos edifiquen y nos acerquen al Señor.
5) No importa cuál sea la circunstancia. Cárcel, hambre, frío, persecución, angustia, nada me va a derribar. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Que este sea tu lema. Repítelo. Dilo en voz alta: No me voy a rendir. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Que el Señor te bendiga.