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Ésta es quizás la historia más desafortunada del libro de Génesis. La idea de tener hijos de una concubina fue de Sarai. El concubinato era una práctica muy usada en todo el Medio Oriente desde por lo menos 3000 años antes de Cristo. Abram jamás debió haber aceptado este plan. El hijo que Dios le prometió jamás vendría de esta forma. Sarai estaba convencida de que a su edad ya era imposible que le pudiera dar un hijo a Abram. Y como Agar era su esclava, el hijo que ella tuviera en realidad sería de ella. Ese fue su razonamiento. Lo más triste es que hace poco Dios había alabado la fe de Abram. Pero éste, claramente fue un acto de falta de fe. Y ésta falta de fe, tendría consecuencias muy graves en el futuro para el pueblo judío, ya que se cree que Ismael fue el padre de las naciones árabes. Lo interesante de la historia es que Dios tuvo compasión de Agar, y se le apareció en el desierto. Agar dijo de Dios: Él es el Dios que me ve. Dios siempre nos oye, y Dios siempre nos ve. Él ve nuestro dolor y nuestro sufrimiento. Y Dios siempre oye el clamor de los que sufren. No olvidemos esto: Dios siempre es imparcial. Él no hace acepción de personas. Ismael no era el plan de Dios. Pero aún así vamos a ver que Dios lo bendijo y prometió que él también sería el padre de una gran nación. Así es Dios. Que el Señor te bendiga.