Este capítulo nos presenta nuevamente a Abraham fracasando como padre de la fe. Nuevamente tuvo temor, y presentó a Sara su esposa como su hermana. A pesar de su edad, Sara seguía siendo muy hermosa, y nuevamente fue llevada al palacio del rey. Y nuevamente vemos a Dios defendiendo a Abraham y Sara. Dios le habló al rey Abimelec en sueños, y le dijo que era un hombre muerto, porque había tomado a una mujer casada. Vemos que para Dios el adulterio es un pecado muy serio. Abimelec también tenía consciencia de que era un pecado, pero él alegó inocencia. Había sido engañado. Dios también sabía que esto era cierto, y Dios no permitió que Abimelec pecara ni que tocara a Sara. A pesar de que Dios había castigado a Abimelec y a su casa por lo que había hecho, le dijo que Abraham oraría por él, y entonces serían sanados. Y así fue. Pero Abimelec no dejó de reprochar a Abraham por haber mentido acerca de su esposa. Creo que estos reproches también tenían como propósito enseñar la lección a Abraham. Él era el padre de la fe. Estaba viviendo entre personas paganas, que, entre paréntesis, no temían a Dios. Por eso, con mayor razón, Abraham tenía que dar un buen testimonio. Que el Señor nos ayude a confiar en su poder y en su amor. Que el Señor te bendiga.