Aunque el copero se había olvidado de José, Dios no lo había olvidado. Pasaron dos años, y ahora quien tuvo un sueño fue el mismo Faraón. No hubo nadie en toda la tierra de Egipto que pudiera revelarle al Faraón el significado de su sueño; y fue entonces que el copero se acordó de José. Trajeron a José delante del Faraón, y José, con la ayuda de Dios, pudo interpretar el sueño. El sueño significaba que vendrían sobre Egipto 7 años de abundancia, seguidos de 7 años de una severa sequía. La sequía sería tan grave, que borrarían de la memoria los años de abundancia. José no solo interpretó el sueño, sino que sugirió al Faraón una solución, de qué debía hacer para evitar que la hambruna destruyera el país. A Faraón y a sus consejeros les agradó el consejo; por lo tanto José fue nombrado el segundo después de Faraón. Le dieron un anillo de oro, un collar de oro, ropas finísimas, y mandaron que todos se postraran delante de José en toda la tierra de Egipto. Faraón estaba tranquilo, sabiendo que tenía un fiel mayordomo que se encargaría de todo, para la supervivencia de su nación. Todo lo que José pasó en la cárcel, todo lo José pasó en la casa de Potifar, habían servido para moldear a José. Todo había sido una preparación para que José ahora asumiera mayores responsabilidades. Vemos en José una ambición. Él quería crecer. Él quería llegar muy lejos. Y con la ayuda de Dios, llegó dónde ningún otro hebreo antes había llegado. Los sueños que había tenido, aunque se demoraron, se cumplieron. Nunca dejes de luchar por tus sueños. Nunca dejes de soñar y de esforzarte por lo que quieres en esta vida. Con la ayuda de Dios, y si te mantienes fiel a Él, Él te ayudará a alcanzar todas tus metas. Que el Señor te bendiga.