José había logrado ocultar su identidad delante de sus hermanos exitosamente. Ellos nunca se dieron cuenta que era su hermano. Pero después de ver cómo Judá intercedió por su hermano Benjamín, José ya no pudo más contener sus emociones. Pidió que todos sus sirvientes salieran, y explotó en llanto. Les dijo que él era José, su hermano. Pero aquí está lo más importante en toda la historia de José. José reconoce que no habían sido ellos los que lo habían enviado Egipto, cuando lo vendieron - había sido Dios. Dios había enviado a Egipto a José, con el propósito de salvar a todos sus hermanos, y a su padre de una muerte segura a causa del hambre. Recién iban en el segundo año de la sequía, y todavía quedaban 5 años más. José abrazó a sus hermanos, y lloró sobre ellos. Ellos no lo podían creer. Pero no había duda: el gobernador de Egipto ¡era su hermano José! Se requiere mucha fe, para entender que incluso las cosas malas que pasan en nuestra vida, puedan venir de Dios. No es que Dios envíe el mal sobre nosotros; pero Dios puede transformar las cosas malas en bendiciones, si ponemos toda nuestra confianza en Él. José ya había visto que hasta el día de hoy a sus hermanos les pesaba lo que habían hecho al venderlo; y no quiso aumentarles su dolor. Él quiso consolarlos mostrándoles que todo había sido el plan de Dios. Nosotros muchas veces no vamos a entender el porqué del dolor en nuestra vidas. Pero Dios puede usar el dolor para hacer de nosotros personas reflexivas, maduras, y responsables. Dios puede transformar tu dolor en una bendición para tu vida. Confía en Dios. Él está haciendo algo grande en tu vida. Que el Señor te bendiga.