El pueblo de Israel ya había vuelto del exilio. Ahora tenían la gran tarea de reconstruir Jerusalén. Pero el tiempo estaba pasando, y aún no comenzaban la gran tarea de reconstruir el Templo de Dios. Se habían dedicado a reconstruir sus casas, y a embellecerlas, mientras que la Casa de Dios seguía en ruinas. Por eso el llamado de Dios fue: ¿Qué están esperando? ¡Piensen bien en lo que están haciendo! Si el pueblo se olvidaba de Dios; si no lo hacían su prioridad, Dios haría lo mismo con ellos. Dios iba a quitar sus bendiciones. ¿Te gustaría que Dios retire sus bendiciones de tu vida? Pongamos atención a las palabras de Hageo. Pongamos a Dios siempre en primer lugar. Hay una parte de nuestros ingresos que le pertenecen. Si no se la damos a Dios, le estamos robando. No hagamos eso. Seamos generosos con la causa del Señor. Que el Señor te bendiga.