La vida espiritual, es como una carrera, como una maratón. Es una carrera muy larga, que en realidad puede durar toda nuestra vida. Tenemos que ser pacientes y perseverantes. No te rindas. No te des por vencido. Vendrán muchas pruebas. El enemigo nos va a atacar con todo. Nuestros propios pensamientos nos pueden traicionar. Pon los ojos en Jesús. Él ya corrió su carrera, y llegó hasta el final. Lo que motivó a Jesús a seguir adelante, y a nunca rendirse fuimos nosotros. Si Jesús moría, nos podía salvar. Por eso el siguió adelante. Mira a Jesús. No mires tus problemas. No mires a otros, que también ya se han rendido. Mira a Jesús, y sigue adelante. No te rindas. Solo falta un poco más, y llegarás a la meta. Alcanzarás la recompensa. Persevera en la santidad. Persevera en estar en paz con todos. No desprecies la salvación. Créele a Dios, y tiembla. Así como la salvación es real, también lo es la perdición. Nuestro Dios es fuego consumidor. Nuestro Dios es celoso. No le sirvas a medias. No te quedes con un pie adentro y otro afuera. Sírvele de todo corazón. Obedece su Palabra. Y confía en su amor y su misericordia. Que el Señor te bendiga.