La salvación es un don de Dios. Es un regalo. Es por gracia. Es decir, no es algo que ganamos por nuestros esfuerzos y por nuestra obediencia. Se recibe inmerecidamente. Cristo pagó el precio de nuestra salvación cuando entregó su vida en la cruz del calvario. Él ganó la salvación y nos las ofrece gratuitamente. ¿Cómo entonces podemos descuidar la salvación? Somos salvos por gracia. Y una vez que Cristo nos ha limpiado y purificado de nuestros pecados, nuestra respuesta a Dios debe ser la fe y la obediencia. Descuidamos la salvación cuando dejamos de creer. Descuidamos la salvación cuando dejamos de caminar con Dios. Descuidamos la salvación cuando volvemos a nuestra antigua vida. Descuidamos nuestra salvación cuando persistimos en el pecado y en la desobediencia. No descuides tu salvación. El precio que Jesús pagó fue demasiado alto. Muy pronto, dice el texto de hoy, gobernaremos en el mundo venidero. Muy pronto reinaremos junto a Cristo Jesús. Falta muy poco. No te dejes engañar ni seducir por el pecado. Permanece fiel a Dios. No te apartes de Él. No importa cuan fuertes puedan ser tus pruebas, Cristo Jesús te puede ayudar y fortalecer. Jesús sabe lo que es el dolor. Él también sabe lo que es la traición. Él conoce la soledad y la angustia. Jesús está muy cerca de ti, y Él te puede dar las fuerzas para seguir adelante. No dejes de creer. No dejes de servir al Señor. Que el Señor te bendiga.