Dios siempre cumple sus promesas. Asi como Dios cumplió su promesa a Abraham, aunque la tuvo que esperar pacientemente por muchos años, Dios cumplirá las promesas que nos ha hecho a nosotros. Dios cumplió su promesa de enviar a su Hijo, Jesús. Pero debemos recordar que Dios también cumplió su promesa, cuando dijo que el pueblo de Israel moriría en el desierto y no entraría a la Tierra Prometida. Solo los hijos de esa generación entró en la Tierra Prometida. Dios cumple sus promesas. Es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, podemos confiar en Dios. Dios no miente. Y Jesús ya entró en la presencia de Dios. Él es nuestra ancla. Él se va a asegurar de que nosotros también, muy pronto, entremos a la presencia misma de Dios. Jesús es el ancla. Puede que nuestra vida este siendo azotada por fuertes vientos. Es posible que mi fe a veces vacile y flaquee. Pero Jesús es mi ancla. No voy a perderme a la deriva. Aférremonos a Jesús. Avancemos en la vida espiritual. Avancemos en el conocimiento de Dios y de sus enseñanzas. No seamos como niños. Y no nos alejemos de Dios. Nuestra tarea es perseverar en las enseñanzas de Dios. Debemos perseverar en nuestro servicio y trabajo por el Señor. Y el Señor no olvida lo que hacemos por su obra. Que el Señor te bendiga.