Pero la iglesia, los apóstoles sí lo estaban haciendo. Hasta este entonces, Pedro y los otros apóstoles sólo le estaban predicando el evangelio a sus pares, a otros judíos. Para que Pedro entrara a la casa de Cornelio, un centurión romano, un gentil, Dios tuvo que darle a Pedro una visión. En la visión Pedro veía un lienzo que bajaba del cielo. Dentro del lienzo había todo tipo de animales impuros. Una voz le dijo a Pedro, "mata y come". Pedro respondió: "no puedo Señor. Yo nunca he comido nada impuro". La voz le dijo: "No llames tu común o impuro a lo que yo he limpiado". Pedro al principio no entendía la visión. Pero cuando entró en la casa de Cornelio, entendió lo que significaba: Dios no hace acepción de personas. Dios no tiene favoritismos. Dios eligió a la nación de Israel, para a través de ella llevar el mensaje de salvación a todo el mundo. Dios tiene un pueblo en todas las naciones. Dondequiera que haya una persona temerosa de Dios, Dios buscará la forma de que esa persona escuche el evangelio. Es interesante notar que a Cornelio se le apareció un ángel. Pero el ángel no le predicó el evangelio. Fue Pedro. Dios nos quiere usar a nosotros para llevar a otros las buenas noticias de salvación. Jesús es el Mesías. Y muy pronto será el Juez de toda la tierra. Quienes se arrepientan, crean en su Nombre, y sean bautizados, recibirán la paz con Dios. Sus pecados serán perdonados. Se salvarán. Y por si aún quedaban dudas en la mente de Pedro, o de sus acompañantes, de que Dios estaba aceptando a estos gentiles, Dios les dio el Espíritu Santo, antes de ser bautizados. Por eso Pedro después dijo: ¿Qué impide que yo los bautice? Si Dios ya los aceptó. Nuevamente vemos que el bautismo es esencial para alcanzar la salvación. No te demores más. No pongas más trabas. Entrégale tu vida a Jesús mediante el bautismo. Que el Señor te bendiga.