El apóstol Pablo dedicó 3 años de su vida a predicar el evangelio en Éfeso, actual Turquía. Era la 4 ciudad más grande del Imperio Romano (después de Roma, Alejandría y Antioquía). Éfeso poseía una de las maravillas del mundo antiguo: el gran templo de Artemisa (Diana), y al final del capítulo Lucas nos cuenta como el evangelio llegó a perjudicar económicamente a todos los que trabajaban vendiendo estatuas de Diana. Vemos también que muchos que practicaban la magia, se arrepintieron, y decidieron quemar sus libros de magia, el valor de los cuales ascendió a las 50.000 piezas de plata (denarios). Un denario equivale a un día de trabajo. Si un día de trabajo equivale a aprox 400 shekels, 50.000 denarios equivaldría a unos 20.000.000 de shekels en la actualidad. Es mucho dinero. Pero los que se arrepintieron de sus pecados, entendieron que todos esos libros eran basura. Lo que antes atesoraron, y amaron, ahora ya no tenía valor. Cristo Jesús se volvió para ellos la perla de gran precio. Ellos se dieron cuenta que esos libros los acercaba al príncipe de las tinieblas, y eso por eso que decidieron quemarlos. El evangelio llegó a Éfeso y al mundo, para transformarlos completamente. Dios, mediante el Espíritu Santo, y mediante sus colaboradores, estaban literalmente trastornando el Imperio Romano. Por eso Pablo dijo: debo ir a Roma. Pablo quería llegar al corazón del Imperio, y ahí quería plantar la semilla del evangelio. El evangelio es sumamente poderoso. Pero lamentablemente habían personas que querían usar el evangelio, para enriquecerse. Así pasó con 7 judíos, que andaban exorcizando en el nombre de Jesús. Usaban el nombre de Jesús, pero claramente no creían en Él. Los conjuros no tienen ningún valor. Lo que tiene poder es la fe, es creer en Jesús; fe no es solamente algo intelectual. Fe es un caminar con Jesús. Es una relación de confianza y obediencia con el Salvador. Por eso Jesús dijo que algunos demonios no saldrán sino con ayuno y oración. Se trata de poner toda tu fe en Dios. Los conjuros son repetir unas palabras. Y en eso no hay fe. Que el Señor nos ayude a tener una fe real en Jesús, para que compartamos nuestra fe, con aquellos que están buscando al Señor. Que el Señor te bendiga.