En su despedida de los ancianos de Éfeso, Pablo les declara que ellos no lo volverían a ver. El Espíritu Santo le había estado advirtiendo al apóstol, que pronto sería encarcelado, y padecería mucho. Pero Pablo nos cuenta que él estaba preparado para morir por Cristo, si esto fuera necesario. Pero no podía irse, sin antes orar por éstos líderes, y de darles unas últimas palabras de advertencia. Pablo les advierte que después de su partida, llegarían a la iglesia lobos rapaces. El peligro no solamente vendría de afuera; ¡también desde adentro! Algunos de ellos abandonarían la fe, y empezarían a trastocar la verdad, con tal de arrastrar tras sí a los discípulos. Fíjate en el contraste: Pablo está dispuesto a morir por Cristo; los falsos maestros harán de todo para arrastrar gente detrás de sí. ¿Cómo se puede evitar ser engañado? ¿Cuál es nuestra única salvaguarda? Pablo los encomienda al cuidado del Señor; y los encomienda a la Palabra de Dios. La única forma de no ser engañados, y la única forma de que nuestro propio corazón no nos engañe, es sometiéndolo al control del Espíritu Santo, y de la Palabra de Dios. Que Dios nos ayude y nos libre de los lobos rapaces; y que nos libre de no convertirnos nosotros en uno de ellos. Que el Señor te bendiga.
