El Espíritu Santo le había advertido al apóstol Pablo, que si viajaba a Jerusalén, allí sería arrestado y golpeado. Pablo no hizo caso de estas advertencias, porque el mayor anhelo de su corazón era predicarle el evangelio a su propio pueblo, así como lo había hecho con tanta gente en otros países. Y tal como Dios le había advertido, así sucedió. Pero Pablo no tenía miedo. Él estaba dispuesto, si era necesario, a morir en Jerusalén. Llegando a Jerusalén fue arrestado, y brutalmente golpeado. No una, sino dos veces. Pero estando en Jerusalén, nuevamente Jesús se le apareció a Pablo, para darle ánimo. Jesús le dijo que así como había hablado de Él en Jerusalén, lo haría también en Roma. Llegar a Roma era otro sueño de Pablo. Pablo quería llegar al corazón del Imperio Romano. ¿Para qué? Por supuesto, para predicar el evangelio. Pablo quería sembrar la semilla del evangelio en la ciudad más grande del Imperio Romano. Y Jesús le prometió que así sería. El viaje de Pablo es el tema del resto de libro. Fue un viaje muy largo, con muchas paradas. Pero vemos que Pablo finalmente cumplió su sueño, y acabó su carrera. ¿Cuáles son tus sueños? ¿Cuáles son tus metas? ¿Es tu prioridad servir al Señor? Que el Señor nos ayude a entender que nuestra prioridad debe ser su Reino, el Reino de los cielos. Que el Señor te bendiga.
