Cuando el Señor Jesús llamó a Pablo, lo escogió como un instrumento suyo para llevar su nombre delante de los gentiles, reyes y de los hijos de Israel (Hechos 9:15). En el pasaje de hoy, podemos leer sobre cómo Pablo tiene la oportunidad de dar su testimonio delante de Félix. Podemos ver que Félix creyó en la inocencia de Pablo, ya que, aunque lo dejó encarcelado, le dio ciertas libertades. Pero la Biblia es clara al afirmar que a Félix le gustaba escuchar a Pablo - pero en realidad el evangelio nunca dio frutos en su corazón. Así como Félix, hay muchas personas que les gusta la religión. Les gustan las oraciones, les gustan las alabanzas, y hasta disfrutan de escuchar sermones; pero nunca se comprometen con la verdad. Nunca hacen un cambio en sus vidas. Nunca se arrepienten. La semilla queda afuera de sus corazones. Nunca la dejan entrar, para que haga un cambio radical en sus vidas. Pablo fue valiente, y cuando vio la oportunidad le habló a Félix y a su esposa Drúsila, que era judía, sobre el juicio venidero. Dios va a juzgar al mundo. Y Félix estaba en una relación ilícita con Drúsila. Pablo tuvo el coraje de decirles que eso no era correcto. Tenemos que predicar del perdón, y del amor de Dios. Pero también tenemos que predicar sobre el Juicio Venidero. Tenemos que advertirles a las personas, que a menos que se arrepientan, se aparten de sus pecados, y pongan toda su fe en Jesús, enfrentarán el Juicio de Dios sin un abogado intercesor. El Juicio Venidero tiene que impulsarnos a vivir vidas justas. Tiene que llevarnos al dominio propio. El Juicio Venidero tiene que llevarnos a considerar bien las elecciones que estamos haciendo en nuestra vida, ya que algún día tendremos que estar delante de Dios, y tendremos que dar cuenta de todo lo que hicimos aquí en la Tierra. Que el Señor nos de sabiduría, y no juguemos con el evangelio. Que el Evangelio no sea una mera entretención. Que el Evangelio sea lo más precioso y el centro de mi vida. Que el Señor te bendiga.