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Egipto, Babilonia, y Asiria siempre han sido los grandes enemigos de la nación hebrea. Por eso resulta increíble que el Señor profetice una conversión de parte de ellos. Este capítulo comienza con el juicio de Dios. Se condena a Egipto por su idolatría y por sus prácticas esotéricas. La magia y el consultar a los espíritus está ampliamente documentado como una práctica común entre los egipcios. Y Dios los condena por ello. También los condena por su orgullo y soberbia.  Pero el plan de Dios siempre ha sido salvar y bendecir. Y si Dios promete sanidad y bendición para los egipcios, entonces debemos entender que no hay nación, raza, pueblo, o lengua, que no pueda ser alcanzada por el amor de Dios. El plan de Salvación de Dios es universal. Él llama a todos al arrepentimiento. Y salvará a los que dejen sus caminos de maldad, y le sigan de todo corazón. ¿Te gustaría seguir a Dios de todo corazón? Que el Señor te bendiga.