Isaías nos presenta nuestra única esperanza: Dios. Pero es interesante que el capítulo de hoy nos hable de dos personajes - el Rey Justo y el Espíritu Santo.
Cuando habla de este Rey Justo, no puede estar hablando de un simple mortal, ya que Isaías ya nos advirtió de no poner nuestra confianza en los hombres. Entonces este Rey tiene que ser el Mesías. Y el Mesías tiene que ser divino. Lo mismo el Espíritu, mencionado en el versículo 15. ¿Cuál es la relación entre Jesús y el Espíritu Santo?
Jesús como Rey vino a hablarnos del Reino de los cielos. Jesús vino a mostrarnos la verdadera naturaleza del cielo. Y vino a morir, para abrirnos un camino para regresar a nuestro hogar. Por la fe en Jesús somos habilitados para entrar al cielo. Pero nuestras vidas deben cambiar. Nunca podremos disfrutar el cielo, si nuestras mentes y corazones siguen pervertidos y corrompidos. Es entonces el Espíritu Santo el que nos muestra nuestra maldad, nuestra necesidad de arrepentirnos, y Él es el que va produciendo los cambios en nuestra vida.
Señor, gracias por enviarnos a Jesús, nuestro Salvador. Y gracias por la obra del Espíritu Santo. Sigue obrando e mi. Cámbiame. Moldéame. Y transfórmame cada día más semejante a Jesús. Amén.