Este es un capítulo impactante. Porque Dios habla de la profunda idolatría que predominaba en medio de su pueblo. Se habían olvidado de Dios, y cada día buscaban nuevos ídolos a quienes adorar. Esta fue la principal causa del destierro en Babilonia. Pero aunque Dios les anuncia el castigo, también les anuncia la restauración. Dios no los destruiría a todos. Dios salvaría a los que se hubieren humillado y arrepentido de sus pecados. Antes de aquel gran día del juicio, cuando los babilonios viniesen a destruirlo todo, Dios llamó al descanso a muchos justos. Nadie se preguntó porqué estaba pasando eso. Pero aquí nos dice que Dios permitió su muerte para que no tuvieran que ver el mal que vendría sobre Jerusalén. Que Dios nos ayude a estar en el grupo de los humildes. De los que entienden su gran necesidad de Dios, que se arrepienten de toda su maldad, y que esperan pacientemente en su salvación. Que el Señor te bendiga.