Esta es la verdad más importante de toda la Biblia: El Señor es nuestra justicia. Él es nuestra salvación. Jerusalén estaba por ser destruida a causa de sus malos pastores (reyes) y de los falsos profetas. Estos falsos profetas se inventaban sus sueños y visiones, y decían que el Señor les había hablado. Pero el Señor no les había hablado. Su mensaje era: “No pasa nada. Todo va a estar bien”. Sin embargo, ellos no los llamaban al arrepentimiento. No había justicia en Jerusalén. Todos se habían alejado del Señor. Su única esperanza era que Dios mismo viniera a rescatarlos. Y lo hizo en la persona de Yeshua Hamashiaj (Jesús el Mesías). Él nos trajo la justicia perdurable. Él nos trajo su justicia. La justicia no está en nosotros. Nosotros no la producimos. Pero Él sí. Y si creemos en Él, y nos arrepentimos, seremos cubiertos con su justicia. Mucho cuidado con los predicadores que hablan bonito. Que prometen bendición y abundancia, pero que no te llaman al arrepentimiento. Que la historia de la destrucción de Jerusalén no se repita en nuestras vidas. Que el Señor te bendiga.