En este capítulo vamos a encontrar varias cosas muy interesantes. Primero, Jeremías llevaba profetizando 23 años. Pero a pesar de todas sus invitaciones a que el pueblo se arrepintiera, no había respuesta. El pueblo seguía tercamente endurecido contra la Palabra de Dios, y no se apartaban de su idolatría. Segundo: se llama a Nabucodonosor “mi siervo”. Dios usaría a un rey pagano para castigar a su pueblo. Tercero: 70 años duraría el cautiverio en Babilonia. Luego Israel volvería a su tierra. Dios castigaría a Babilonia, y a todo el mundo. Todos tendrían que beber de la copa de la ira de Dios.
La copa de la ira de Dios es un tema que después reaparece en el libro de Apocalipsis. El juicio comenzará por la casa de Dios. Los primeros en ser juzgados siempre son los que se supone que conocen a Dios. Después Dios juzgará al resto del mundo. Todos tienen que beber de la copa de la ira de Dios. Pero sabes, la buena noticia es que Jesús mismo ya bebió de esa copa. En el Getsemaní su oración era: “Padre, pasa de mi esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” . Jesús en la cruz iba a recibir toda la ira de Dios. Y era algo tan duro, que Jesús no la quería beber. Pero era la única forma de salvarnos. Jesús bebió esa copa, hasta el fondo. Soportó todo el dolor, la burla, el escarnio, y la separación total de Dios, con la única meta de que tú y yo no tengamos que beberla. Pero si no nos arrepentimos, finalmente tendremos que beberla. Hoy debemos arrepentirnos. Hoy debemos volver a Dios. No endurezcas tu corazón. Vuelve a Dios, antes de que sea demasiado tarde. Todo lo que Jeremías profetizó, se cumplió al pie de la letra. Jerusalén fue destruida por los babilonios. Y después de 70 años, Israel volvió del cautiverio. ¿Qué te hace pensar que Jesús no volverá para juzgar al mundo por su maldad?