En este capítulo encontramos el fin del último rey de Judá. Una vez que se abre una brecha en el muro, el rey y sus funcionarios deciden huir. Llegaron hasta las llanuras de Jericó, pero ahí fueron alcanzados por las tropas de Babilonia. El rey fue llevado ante Nabucodonosor, que estaba en Ribla (en la actual Siria), y allí Nabucodonosor lo sentenció. Masacró a sus hijos y a sus funcionarios y luego le sacó los ojos y se lo llevó encadenado a Babilonia. La lucha entre Jerusalén y Babilonia, es como la lucha entre David y Goliat, pero con una gran diferencia. David venció porque confiaba plenamente en Dios. Jerusalén cayó por haberle dado la espalda a Dios. Hasta el día de hoy se pueden ver en Jerusalén algunos vestigios de la destrucción babilónica. Se pueden ver ruinas quemadas. No hay duda de que todo esto ocurrió. ¿Qué otra evidencia necesitas para poder creer en la Palabra de Dios? Que el Señor nos ayude a andar en sus caminos, y a no desviarnos y a no alejarnos de su presencia. Que el Señor te bendiga.
