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Este capítulo es muy duro para leer. Dios estaba por destruir a su hija, la hermosa Jerusalén. Jeremías había sido designado como probador de metal. Pero el pueblo de Dios había sido rechazado. Por más que Dios intentó purificarlos mediante el fuego, su maldad permanecía. Ellos se negaban a cambiar. No querían escuchar y menos arrepentirse. ¿Qué tiene que hacer Dios para que lo escuchemos? ¿Qué tiene que hacer Dios para que le obedezcamos? No abusemos del amor y la paciencia del Señor. Por más que Dios nos ame Él no puede tolerar la maldad y el pecado. Busquemos a Dios con arrepentimiento. Humillémonos en la presencia del Señor y andemos en sus caminos. Que el Señor te bendiga.